martes, 1 de julio de 2014

Mamparas divisorias para las oficinas



Hace nueve años que trabajo en las oficinas de un conocido despacho de abogados de Madrid, y en toda mi vida había visto tan enfadadísimo a mi jefe. El día que yo entré a trabajar en ese despacho como secretaria, ni siquiera estábamos en nuestra actual sede. Nos mudamos de edificio un par de años después, y desde entonces, nos encontramos en la nueva ubicación.

 La oficina nueva era muy bonito y estaba decorada con un gusto exquisito, todo hay que decirlo. Fue un cambio enorme y bastante favorable. Yo pasé de tener una mesa pequeñita donde casi no me cabían los expedientes, en un rincón oscuro de las instalaciones, a tener un puesto de trabajo luminoso, con ventanas, y un mobiliario amplio y funcional. Pues el caso es que esta mañana yo llegué como siempre a las nueve de la mañana. El jefe llegó sobre las diez y se encerró en su despacho porque tenía un par de reuniones. A eso de las doce lo veo salir, rojo de rabia, dando voces y diciendo “¡¡¡Esto es increíble, increíble!!!”.

Acto seguido ha cogido la puerta, y se ha marchado dando un portazo que ha hecho temblar a toda la oficina. Como no tenía ni idea de qué había ocurrido, me he ido para las oficinas de los abogados con objeto de preguntarles. Pero nada más entrar a la sala de trabajo, me he quedado paralizada y muda y he entendido de inmediato por qué estaba tan enfadado mi jefe. Él estaba feliz y contento el viernes pasado porque había contratado con una empresa llamada GABITECO, la cual le instaló unas mamparas divisorias de oficina de material transparente que quedaron preciosas (a mí me gustaron tanto, que los llamé para pedirles un presupuesto para mi propia casa). Me sorprendió lo serios y eficaces que eran. Siempre informaron de cómo iba la obra, reuniéndose varias veces con mi jefe y conmigo (ya que yo tengo que coordinar este tipo de cosas en la oficina) y dándole informes de control de calidad y otros en los que se iban corrigiendo los pequeños defectos que a veces surgían.

Lo mejor es que GABITECO tiene su propia fábrica de mamparas, e incluso cuentan con una tecnología patentada por ellos para dicha fabricación. Es el sistema tabidoor, que se ocupan de fabricar en su integridad y de forma exclusiva. Como os decía, el viernes pasado quedó terminada la obra y mi jefe era el hombre más feliz del mundo. Pues el caso es que algún compañero del despacho no estaba tan contento con las mamparas y, ¿sabéis que ha hecho? ¡Las ha decorado a su gusto! Ha hecho dibujos con pintura (muy bonitos, por cierto), ha puesto pegatinas e incluso ha colgado sus títulos oficiales… Y todo esto sin preguntarle a nadie. Hay que estar un poco loco para hacer algo así. Sospecho, además, qué sé quién ha sido.

Sólo a Jorge El Pintor (como lo llaman sus amigos) se le podría ocurrir semejante idea. Cuentan de que de adolescente era grafitero y que la policía lo buscaba para ajustarle cuentas. Nunca lo encontraron. Y ahora, mirad por donde, ha vuelto a las andadas y lo han pagado las mamparas de mi jefe…

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